Napoleón en Chamartín: capítulos I a XIII
4 Abr 2014 por Isi
Hola a todos:
Este es un post creado para comentar la novela Napoleón en Chamartín (Episodio Nacional 5) de don Benito Pérez Galdós, que varias personas estamos leyendo; por ello diseccionaremos todas las partes interesantes de la misma. Fin del aviso.
Y ahora, a comentar Napoleón en Chamartín.
Comenzaré diciendo que, por el título de este episodio, me había imaginado yo algo más de acción bélico-histórica similar a la que nos encontramos en el capítulo anterior, pero en esta mitad del libro al menos, la trama se centra en exclusiva en la parte ficticia de nuestro galán protagonista don Gabriel de Araceli, hijo de la duquesa del Lavatorio y del archiduque de las Hirvientes Breas. Y a mí ya sabéis que todo lo que concierne a Gabrielillo me place vivamente.
Un buen estratega es nuestro protagonista, al pegarse a la capa del mayorazquito don Diego, futuro esposo de Inés si Gabriel mismo no lo remedia, para así conocer de primera mano las cuitas a las que someten a la pobre muchacha, y todo sin levantar sospechas. Aunque sigue teniendo esa esencia de jovenzuelo iluso que tira piedras a la ventana del palacete donde está Inés; sigue siendo nuestro Gabrielillo.
Por otra parte, su apostura en esa batalla verbal con Amaranta y su inquebrantable moral hizo que me sintiera orgullosísima de él aunque, os confieso, también espero que pronto nos salga con alguna artimaña para liberar a Inés de su cautiverio. En todo caso, hay demasiadas personas involucradas en desvirtuar la situación sentimental del muchacho, y la cosa se nos pone interesante.
Sospecho que don Diego, que tanto juego y risas nos ha proporcioando, será uno de aquellos personajes cuya evolución mental y espiritual será inexistente, porque el pobre es igual de ingenuo que en el capítulo anterior. Sinceramente, se merece que la Zaina le deje desplumado. Y Amaranta ya está convencida de descartarlo como esposo de su hija/sobrina pero, ¿qué otro rufián tendrá en mente para casarla? Esta mujer me preocupa, chicos; no tiene escrúpulo ninguno.
Tomo prestadas las palabras de Loque al referirse al padre Salmón, personaje bastante importante en este episodio, y que parece contar con la confianza de todo aquel que le conoce, hasta el punto de intervenir en los asuntos privados de las grandes gentes. A mí me inquieta ese afán por sonsacar a Inés todo lo relativo a su amado. Y sigo citando a Loque al mencionar al Regidor Mañara, el don Juan español, por lo que se ve, que las trae a todas loquitas pero que también puede ser un espía del ejército napoleónico. ¡Qué intriga! (tanto por su fórmula secreta del amor, como por lo del espionaje).
Y mientras tanto, el mismísimo Emperador se nos acerca inexorable hasta Madrid y nosotros vamos a defender el fuerte con… quinientos soldados. Bueno, y también con unas cuantas mujeres de armas tomar:
-¿Qué hamos de querer? ¡Fusiles, piojo! ¿Te los han dado a ti y a tu batallón pa quitar telarañas? Vengan acá pronto, que nosotras también nos alistamos.
Yo, si fuera Napoleón, empezaría a temblar 😉
¿Qué os está pareciendo esta primera mitad de Napoleón en Chamartín?
Pues coincido contigo, Isi: visto el título del episodio yo también pensaba que sería más bélico, en la línea de “Bailén”. Quizás la segunda parte…
En este episodio, Galdós ofrece un estupendo retrato del Madrid de la época y de lo que se hablaba a pie de calle sobre la guerra contra el francés y lo que pasaría después. Me ha interesado especialmente que se dice que los españoles tienen opiniones muy dispares sobre lo que pasará después de la guerra: unos se decantan por el democratismo y otros por volver al absolutismo de Fernando VII. Anda la cosa dividida. Al fin y al cabo, los franceses sí que trajeron algo del espíritu casi perdido de aquella Revolución Francesa y su libertad, igualdad, fraternidad.
Y que me he reído un montón otra vez con el Gran Capitán y con los títulos de los libros que comentan en casa de Amaranta 🙂
Ostras, pues fíjate que a Gabriel le resulta más sospechoso Santorcaz que no el amigo Mañara (más preocupado por las corridas de toros y por mariposear con las chicas).
Creo que es la primera vez que llego a tiempo para comentar la parte correspondiente. 🙂 De nuevo estoy disfrutando muchísimo con Galdós. Como sabéis, disfruto más con los pasajes que recrean escenas cotidianas que con los enfrentamientos bélicos, de ahí que esta primera parte de “Napoleón en Chamartín” me haya encantado. Además, está permitiendo a Galdós un mayor desarrollo de la personalidad de los protagonistas, lo que nos permite reforzar las ideas que traíamos de episodios anteriores. Creo que en esta entrada has fijado perfectamente la esencia de estos trece capítulos. Simplemente añadiría a la Zaina, un personaje que creo que tiene que dar mucho más juego dentro de la novela. Amaranta y el padre Salmón están teniendo intervenciones sublimes.
Teniendo en cuenta que en esta primera mitad la acción se sitúa ya casi a finales de noviembre de 1808, me da que en breve volveremos a tener trifulcas, por lo que no me extrañaría nada que la contienda contra el francés protagonizara lo que queda de episodio.
¡Muchos besos!
Ay chicos, precisamente esta semana tocó estudiar un poco por encima esta época y decía la profe de la Uned que mejor nos habría ido con Napoleón que con nuestro Deseado , ya que las reformas que se estaban produciendo en toda Europa, a nosotros nos tardaron un siglo en llegar. En fin, creo que la historia de España es más o menos así en todos los siglos 😉
Pero claro, habría que estar allí para saber lo que pensaba la gente; está claro que en esa situación, ningún españolito tenía intención de dejarse invadir por el francés.
Como la Zaina siga apareciendo, Jesús, casi hasta me va a dar pena don Diego. A mí me intrigan esas peleas que se trae con Mañara, que parece que está muy despechada la pobre chica.
Y sí, yo también creo que a partir de esta mitad vamos a tener más “camorra”, porque ya está Madrid a punto de caramelo 😉
Es verdad lo que comenta Jesús, que en este EN Galdós nos cuenta más sobre los personajes. En particular, vemos como nuestro Gabrielillo ya es todo un caballero: la conversación con Amaranta no tiene desperdicio, allí demuestra que un caballero tiene porque ser de abolengo sino según a qué valía moral.
Isi, yo también creo que nos hubiese ido mejor con Napoleón. Aunque es cierto que cuando Napoleón llegó a España ya tenía poco de ese general romántico e idealista de la Revolución Francesa. Pero al menos, seguía manteniendo ciertos principios. Fíjate que Galdós dice en “Napoleón en Chamartín” de que los españoles estaban muy divididos de opinión en cuanto a lo que pasaría después de la guerra y que muchos optaban por un “democratismo”, es decir, que algo sí que les había llegado de los aires franceses en contra del absolutismo monárquico y la dictadura eclesiástica. Aunque no todos pensaban por igual, claro. Lo que es seguro es que ninguno se imaginaba lo mal que lo iban a pasar después con Fernando VII.
Todavía no me he atrevido con nada de Galdós tengo que perderle el miedo. Muchos besos.
A mi esta primera parte me ha recordado algo a cuando Gabriel conoce a Inés y se encuentra siempre en medio de los mentideros de Madrid. Ahora es más maduro y tiene los pies en el suelo. Pero la gente a su alrededor sigue con sus líos, opiniones “superiores” e interpretaciones de todo tipo.
De todas formas yo si espero un poco más de acción en la segunda parte y ver que pasa al final con Inés. Las cosas se están poniendo muy mal para la pareja, como Gabriel ya bien sabe.
En este parte Don Diego parece aún más tonto que en la anterior entrega y no parece que vaya a mejorar, una pena porque en Bailén tuvo algunos puntos buenos, pero aquí solo resulta antipático.
Ya veremos como sigue.
Un saludo.
Nunca sabremos si con Napoleón las cosas nos hubiesen ido mejor, pero lo que está claro es que el regreso de Fernando VII a España —y con él el absolutismo— no ayudó mucho. Como dice Mónica, parece que la división de pareceres a comienzos del XIX era bastante clara, aunque todo quedase rodeado por el desconcierto del conflicto contra el francés. Los liberales marcaron acertadamente el camino, pero gran parte de esos sueños se esfumó con la vuelta del “Deseado”.
¡Besos!
Pues estoy bastante de acuerdo con todo lo que comentáis, como que a mí también me gustan más estas escenas cotidianas que las bélicas, por muy apasionante que fuera el Dos de Mayo.
Y también que Gabriel ha crecido mucho y da gusto ver que, en tan poco tiempo, puede enfrentarse a Amaranta sin ningún miedo, porque sabe que moralmente es muy superior a ella. ¡Inés, resiste, que tu novio vale mucho!
La evolución de Don Diego no me sorprende, es un memo que ha estado encerrado demasiado tiempo y al encontrarse con la libertad, se está comportando como el señorito calavera que es. Eso sí, sin un ápice de picardía, lo que le convierte en presa fácil de gente como Santorcaz y la Zaína.
Una cosa ¿qué habrá pasado con Juan de Dios?
Ah, que no he comentado nada de la parte política, pero resumiendo, estoy de acuerdo con lo que dice el padre Castillo en estos y en los siguientes capítulos.
De momento, Loque, a mí lo que me da magro consuelo (muy magro, sabiendo lo que pasó después) es que los españoles están bastante divididos a la hora de pensar qué pasará políticamente después de la guerra: que si democratismo, que si constitución, que si rey pero con carta magna…
Los dos capítulos comentando los ‘papeles’ publicados son de lo mejorcito. Menos mal que no estaba presente el Gran capitán, que ya sabemos lo que él piensa de las falacias y mentiras de tales “libelos”, jeje.
La pobre Inesilla, ay, que no gana para disgustos, el bribonzuelo e inocentón de don Diego, el Gran Capitán por supuesto,… un placer reencontrarlos.
Besos,