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Uno podría pensar que llega ya demasiado tarde a leer un clasicazo con Jane Eyre, y sí, tendría razón. Me he resistido a leer esta novela hasta que no me ha quedado otro remedio, por ser lectura obligatoria para una de las asignaturas que estoy cursando, pero no lo habría demorado tanto si hubera sabido lo mucho que me iba a gustar.

La historia es conocida por todos, supongo. Jane, una niña huérfana criada por una tía que la aborrece, acaba en un internado donde el cariño, así como la comida, son bienes escasos. Tras formarse y empezar a trabajar como maestra, ansía salir de la jaula que es su vida, y obtiene una posición como institutriz en Thorfield Hall, una gran mansión en la que le aguarda el que será su gran amor, pero también el secreto que este hombre, Edward Fairfax Rochester, guarda en el ático.

De Jane Eyre hay tantísimo que comentar, que no sabría por dónde empezar. Por el horror del internado, por ejemplo, y la doble moral religiosa que este encarna y que, sabemos, es una réplica literaria del colegio donde la propia autora estudió y en el que dos de sus hermanas perecieron debido a las condiciones infrahumanas en las que vivían las niñas. O por la desventaja de que alguien como Jane, huérfana y sin ningún pariente que la acoja, se vea abocada a buscarse la vida, sola. Ya sé que eran otros tiempos pero, ¿os atreveríais a ir a trabajar a un lugar extraño, oscuro y alejado de la civilización, sin tener a nadie en el mundo que se preocupara por vosotros?

Estaba tentada de criticar un poco a Jane, que trabaja porque necesita sustento, claro, pero que aborrece su trabajo de institutriz por considerarlo muy por debajo de su capacidad e inteligencia. Ella cree que está desperdiciando el tiempo y que realmente debería dedicarse a otras ocupaciones intelectuales que la satisfagan más; y es esto lo que ocurre en cuanto Jane se convierte en una mujer rica: se dedica con sus primas a estudiar idiomas, a dibujar y, en fin, a objetivos mucho más elevados. Y, ¿quién soy yo, queridos, para criticar aquello que también ansío? ¿Quién no querría una herencia de un tío rico en América, solo para dedicar los días a leer y cultivarse?

La parte del libro en la que convive con sus primos me resultó muy interesante también, ya que es la más desconocida y, sin embargo, ahí tenemos un ejemplo clarísimo de violencia psicológica de St John hacia Jane: ella le aprecia y quiere tener una buena relación con él, como parientes, mientras que St John la castiga con silencios y gestos mínimos de desprecio dedicados en exclusiva para que ella los detecte pero no así sus primas, por haber rechazado su propuesta de boda.

Y es cierto que no es una novela redonda; que Jane hereda muy convenientemente un dinero que la permite acceder a Rochester en pie de igualdad, sí, pero también que tenemos a una protagonista que se enfrenta a la vida al descubierto, sin nada ni nadie en quien apoyarse, y que es capaz de mantenerse firme y fiel a sí misma. Y al final es ella la que tiene todo que ofrecer a un Mr Rochester desamparado pero que, como hiciera él antes, es aceptado por Jane sin más consideración que el amor que se profesan.

Reader, I married him.

Me he quedado con muchas ganas de seguir leyendo las novelas de Charlotte Brontë, y alguna biografía, tal vez.

Dejo aquí los datos de la edición de Alianza, la misma que he utilizado para la imagen de esta reseña.

Título: Jane Eyre
Autor: Charlotte Brontë
Editorial: Alianza Editorial
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 978-84-9104-896-1
Páginas: 656
Precio: 12,95 €

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El título puede llevar a error, por lo que comenzaré diciendo que es un libro de divulgación científica, y no de ciencia ficción.

Alanna Collen es doctora en Biología, y en este primer libro de no ficción para el gran público trata de explicar la relación entre nuestra microbiota, es decir, las bacterias que viven dentro y fuera de cada uno de nosotros, y el aumento estratosférico de enfermedades que, hasta hace pocas décadas, eran prácticamente desconocidas.

Enfermedades y trastornos como el autismo, el asma, la celiaquía, o la obesidad son cada vez más frecuentes, sin que se puedan achacarse a la transmisión hereditaria de los mismos, y los estudios científicos que se llevan a cabo coinciden en detectar ciertos cambios en la microbiota de las personas que los padecen. Lo que se conoce como “estado inflamatorio” es el denominador común en muchas de ellas y comienza, en muchos casos, en nuestro aparato digestivo que, por una disbiosis de lo que se considera normal, se ve colonizado por bacterias que no cumplen como deberían su función fisiológica, de simbiosis, con nuestro organismo. Pero no solo se habla del aparato digestivo; también, por ejemplo, de la importancia de la lactancia para fomentar la colonización de ciertas bacterias “de las buenas” en los recién nacidos, dado que estas “viven” en los conductos de la leche; o los riesgos de una cesárea en respecto a la falta de contacto del bebé con la vagina, que también cumple una función en la colonización del recién nacido.

El título, 10% Humanos, hace referencia a que tan solo ese porcentaje del total de nuestro cuerpo son células eucarióticas (en número, no en peso), mientras que el resto son bacterias sin las cuales no podríamos vivir. Y precisamente el libro es una llamada de socorro ante prácticas que deberían erradicarse, como por ejemplo los tratamientos con antibióticos “por si acaso”, sin un diagnóstico totalmente fiable de una infección bacteriana, y en especial en niños, pues las disrupciones de la microbiota intestinal a edades tempranas pueden provocar trastornos para el resto de la vida.

Es un libro muy esclarecedor e informativo de por dónde van los tiros en la actualidad en medicina respecto al origen de afecciones que tratamos con una serie de pastillas que ayudan, pero que no solucionan la causa. Parece ser que la secuenciación del ADN no ha traído todas las respuestas que imaginábamos, y vamos a tener que indagar mucho más adentro.

Creo que es un libro asesquible para cualquier lector, tenga o no conocimientos de biología aunque, obviamente, habla de géneros bacterianos, moléculas, sistema nervioso y sistema digestivo… Pero todos hemos estudiado Biología en el instituto, así que espero que no sea un obstáculo para que lo leáis. Os va a dejar bastante impresionados.

Título: 10% Humanos
Autor: Alanna Collen
Editorial: RBA
ISBN: 978-84-9056-663-3
Páginas: 416
Precio: 18€

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¿Alguna vez has tenido la tentación de plantarte en un lugar desconocido y empezar allí de cero, borrón y cuenta nueva, dejando atrás todo tu vida anterior? Es exactamente lo que hace el protagonista, Pablo, en las primeras páginas de la última novela de Rosa Montero.

Pablo no había planeado huir así, sin más, pero acaba en Pozonegro, un pueblo en franca decadencia, y metáfora del calvario que ha venido sufriendo durante años. Siendo un arquitecto reconocido en el panorama internacional, la intriga de la novela está servida, pues no huye de asuntos turbios relacionados con el dinero negro, el tráfico de influencias de las altas esferas políticas, o cualquiero otra actividad de dudosa legalidad que podamos imaginar sobre un personaje como él. Y así las cosas, gracias a una de esas vecinas que no intentan más que ayudar, Pablo, el famoso arquitecto, acaba trabajando en el supermercado del pueblo. De reponedor.

El elenco de personajes, pese a que pueden parecer algo estereotipados, redondean la novela, en especial esos monólogos internos (y externos) que se disfrutan como si de pipas se tratara; nunca tienes suficientes. Raluca, la vecina que se considera la persona más afortunada del mundo, siendo en realidad su historia triste y humilde, pero su alegría contagiosa. O Benito, ese tipo que le vende un piso cochambroso a Pablo, sacando un beneficio mucho más alto que el que le correspondería, pero que quiere más, y no a costa de transacciones honradas.

Sin embargo, la trama real, el foco del problema que ha llevado a Pablo hasta Pozonegro, es mantenido cuidadosamente fuera del radar del lector hasta bien avanzada la novela. No es un tema inédito, pues ha sido tratado ya en libros y películas muy conocidas, pero creo que es algo con lo que la autora quería enfrentarse: la maldad. La maldad pura, esa cuyo origen no se vislumbra; actos sin una causa o una explicación, más que su mera existencia emanando de personas escogidas que acaban destrozando todo a su paso mientras el resto del mundo nos preguntamos el porqué.

La buena suerte es una novela sobre la maldad, pero también sobre la bondad. Creo que la autora enfrenta estos dos elementos de manera magistral, pues en la novela (y en la vida) no hay un origen del que emane el mal, pero tampoco hay un origen del que emane el bien y, sin embargo, hay personas buenas que, sin ninguna razón para hacer su bien, aparte el dictado de su propia naturaleza, hacen la vida más luminosa.

—Mira, a mi edad he llegado al convencimiento de que la gente no se divide entre ricos y pobres, negros y blancos, viejos y jóvenes, moros y cristianos —dice al fin—: No. En lo que se divide de verdad la humanidad es entre buena y mala gente. Entre las personas que son capaces de ponerse en el lugar de los otros y sufrir con ellos y alegrarse con ellos, y los hijos de puta que sólo buscan su propio beneficio, que solo saben mirarse la barriga. Esos que son capaces de vender a su madre, ya me entiendes.

Me ha parecido una novela preciosa. Mantiene muy bien la tensión y hace disfrutar al lector con todos los personajes, y contiene ese punto sobre el que reflexionar mezclado con la buena onda de un final un tanto previsible, pero que deja satisfecho al lector.

Título: La buena suerte
Autor: Rosa Montero
Editorial: Alfaguara
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 978-84-204-3945-7
Páginas: 325
Precio: 19,90€

 

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Cuando adquieres libros de segunda mano por internet eres consciente de la posibilidad de recibir libros viejitos, amarillentos y algo ajados, pero no creo que os hayáis encontrado jamás con algo así:

Pasada la conmoción inicial (como nuevo, con pequeñas marcas de uso), y habiendo comenzado la lectura nada más recibirlo, me he visto inmersa tanto en la propia novela (Jane Eyre) como en el profundo estudio que la anterior propietaria realizó sobre cada página del libro (me la imagino mujer, por esa letra tan pulcra de muchas de las anotaciones), y cuyas notas leo yo ahora, en otro país, en otra década, con gran interés.

Se me amontonan las preguntas: ¿cómo hay que leer? ¿De qué manera podemos exprimir más cada lectura? ¿Cómo recordar después lo que aprendemos en cada libro? ¿Es legal escribir en los márgenes y subrayar párrafos en fosforito? Espero que, al menos, todos coincidamos en que es necesaria la instauración de la pena capital para el que lo haga sobre los libros de las bibliotecas.

Hay lectores que transcriben citas interesantes, otros que escribimos reseñas sobre lo que leemos, e incluso hay sistemas un poco más sofisticados: he escuchado el caso de un autor que escribe o subraya pasajes en el propio libro y dobla la esquina de esas páginas, de tal forma que más adelante puede acceder a ellas de forma rápida sin tener que pasarlas una a una. Desde luego, todos estos procederes mejoran, en mi opinión, la experiencia lectora, pero resulta que nuestros antepasados ya nos habían tomado la delantera en cuanto a recopilar conocimiento, y es precisamente lo que quiero enseñaros:

El commonplace book

El commonplace book es un cuaderno donde uno va depositando ideas nuevas que se encuentra en libros, cuestiones que considera importantes, poesías sobre un tema de su interés, citas sobre las que reflexionar… Y todo ello de una manera estructurada; siguiendo un orden. El propio acto de elaborar este tipo de cuaderno tiene su propio verbo en inglés: commonplacing.

(Siento no poder ofreceros un nombre en español —Evernote lo llama “cuaderno de apuntes”. Naaah, no me convence— pero es que no he encontrado ninguna referencia a algo remotamente parecido en nuestro idioma. Se agradece iluminación al respecto.)

El commonplace book era usado ya en tiempos pretéritos: las Meditaciones de Marco Aurelio son citas e ideas recopiladas en su commonplace book. En latín, por cierto, nos encontramos con el concepto análogo de loci comunes, lugares o conceptos básicos, comunes, sobre un tema más amplio, que puede abarcar desde la repostería hasta la ornitología.

A partir del siglo XV el papel se convierte en un bien más accesible, y la aparición de la imprenta impulsa la transmisión del conocimiento a través de los libros. Cada vez más personas saben leer y escribir, y se forman en diferentes áreas —filosofía, poesía, historia o ciencias naturales— lo que hace indispensable disponer de un sistema para almacenar todo ese conocimiento que se va adquiriendo a lo largo de los años, y volver a él cuando sea necesario. La práctica del commonplacing florece en la Gran Bretaña en los siglos XVI y XVII, y se llega a considerar un arte tan vital para la formación integral de la persona que se enseña como asignatura en las universidades.

Incido en la idea de estructurar y ordenar toda esa nueva información para futuras referencias, porque es lo que diferencia al commonplace book del diario o del cuaderno del escritor: estos últimos son cuadernos que se escriben de forma cronológica y, por tanto, requieren ser leídos desde el principio para acceder a una idea concreta que has plasmado en ellos, mientras que el commonplace book está estructurado por temas de tu interés, bajo los cuales has recopilado información relevante.

Las citas, por supuesto, deben ser recopiladas a gusto del consumidor. Cada commonplace book es único y refleja los intereses de su propietario y su proceso de aprendizaje individual. El Oxford Dictionary nos indica que el contenido se compone de pasajes o argumentos compilados con el fin de ser aprendidos o de que sirvan como posterior referencia. Con un poco de imaginación, sobre todo si tenéis alma vintage, os imaginaréis en el salón de té citando un pasaje literario para iniciar un debate o conversación con las damas y caballeros que frecuenten lo frecuenten. O, quizás, utilizar una cita de vuestro commonplace book para desarrollar vuestras ideas acerca de la misma en vuestro diario. O transcribir poesías y aprendértelas para luego recitárselas a tu pareja entre las sábanas (he estado leyendo a Lord Byron últimamente, disculpad).

Y, llegados a este punto, comencemos la parte práctica, eso es, cómo se estructura el commonplace book. Aquí la tecnología ha venido en nuestra ayuda y nos facilita muchísimo el hacer un índice de temas en cualquier aplicación (OneNote, Evernote, etc.), escribir lo que consideremos relevante, y hasta tirar la casa por la ventana incluyendo imágenes, gráficos e hipervínculos. Aquí tenéis un ejemplo sobre cómo elaborar un commonplace book en OneNote.

Reconozco que es tentador esto de usar una de esas aplicaciones incluidas en el paquete de Microsoft y a las que nunca he sacado utilidad; pero, por otro lado, soy de las nostálgicas que siguen escribiendo cartas y que tienen una agenda de papel así que he indagado sobre otras formas más tradicionales para elaborar el commonplace book.

La primera, y más intuitiva, consiste en utilizar una agenda o archivador de anillas. Con separadores por temas, y por orden alfabético, es muy fácil incluir hojas en el archivador según se necesiten para nuevas “entradas” sobre nuevos conceptos.

Otra opción es el método propuesto por autores como Ryan Holiday y Robert Greene, que anotan citas en fichas que colocan en un cajón ordenado por temas, al estilo de los catálogos o ficheros que se utilizaban en las bibliotecas antes de que hubiera ordenadores, solo que con citas en lugar de información sobre cada volumen. En lugar de un “libro”, realmente tendrías un fichero, pero la esencia es la misma.

No obstante, mi sistema preferido, por su originalidad y sencillez, es el que John Locke explica en su “Método para la elaboración de commonplace books” (A New Method of Making Common-Place-Books). La clave de Locke recae en su particular índice:

Al principio no me aclaraba bien con el índice, así que os facilito una imagen “moderna” por si alguien tiene las mismas dudas que yo:

Imaginad que queremos anotar una cita sobre el tema “espacio”: vamos a la primera letra de la palabra (E), y a la línea de la primera vocal tras la letra inicial (A: EspAcio). Si en esa línea no hay ningún número, significa que no hay ninguna página ya iniciada con palabras que cumplan esas características (por ejemplo, EmpAtía o EscAlada), así que abrimos el cuaderno por la primera página en blanco (están todas numeradas), escribimos en el margen el tema de nuestra cita, “espacio”, y la transcribimos. A continuación, apuntamos el número de la página en el índice y, a partir de ahora y hasta que la completemos, esa será la página de las palabras que empiecen por E y cuya siguiente vocal sea la A.

A la hora de consultar nuestras notas sobre el “espacio”, abriremos el índice, veremos la página (o páginas) donde se encuentra E-A, e iremos directos a esas páginas.

No es un método perfecto, y fue criticado en su momento, porque en la misma página encontraremos temas dispares (espacio, empatía, escalada, etc.) pudiendo, además, encontrarse un mismo tema repartido en varias páginas no consecutivas. Pero no me negaréis que propone una solución muy imaginativa al problema de reservar alfabéticamente las páginas del cuaderno, para evitar que se queden algunas en blanco, u faltar espacio en otras y que nos obligue a romper el orden.

Como decía, el índice de Locke me ha conquistado, aunque confieso que veo más práctico el archivador con anillas, que permite introducir, eliminar, o incluso ampliar todo el libro si necesitas más espacio, pasándolo a uno con más capacidad, o dividiendo el abecedario entre dos archivadores.

Y, volviendo al inicio de este email, creo que la anterior propietaria de mi Jane Eyre no era candidata a poseer un commonplace book: hubiera necesitado horas y horas copiando los innumerables párrafos que ha resaltado, la pobre.

Contadme, ¿os ha entrado la necesidad, como me ha sucedido a mí, de empezar vuestro commonplace book, o ya teníais vuestras citas y pasajes favoritos bien ordenados y referenciados?

 

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Porque sé que os gustan los números, allá vamos un año más 😉

He leído un total de 51 libros:

11 audiolibros, 13 ebooks y 27 libros en papel.

15 escritos por mujeres y 36 escritos por hombres. Esto ha supuesto una novedad, pues los años anteriores el porcentaje de escritoras me sale siempre mayor que el de escritores, sin que sea deliberado.

26 en inglés y 25 en español. Nunca antes habían ganado los libros en inglés y sospecho que, en parte, es la razón de la menor cantidad de libros leídos, ya que muchos han sido clásicos que me lleva más tiempo digerir.

23 libros de no ficción y 28 de ficción.

12 libros sacados de la biblioteca.

8 libros que tenía entre mis pendientes (esta cifra es ridícula año tras año, lo sé… Espero enmendarme).

3 cómics. Me gusta encontrar todos los años algún cómic entre mis lecturas.

6 obras de teatro, 4 de ellas de Shakespeare (!!)

2 poemas.

4 relecturas.

Mis autores más leídos han sido:

Shakespeare (4 libros)

Cal Newport (3 libros)

Stefan Zweig (3 libros)

Bill Bryson (2 libros)

Finalmente, mis mejores lecturas del 2020:

Entre las novelas:

Canciones de amor a quemarropa (Nickolas Butler)

Inés y la alegría (Almudena Grandes)

Tardes con Margueritte (Marie-Sabine Roger)

Miedo (Stefan Zweig)

Entre los libros de no ficción:

A walk in the woods (Bill Bryson).

Writing down de bones (Natalie Goldberg), una de mis relecturas.

Digital minimalism (Cal Newport), otra de mis relecturas.

Atomic habits (James Clear), otra más de mis relecturas.

Shakespeare, the world as stage (Bill Bryson).

*****

Decidme, ¿qué planes tenéis para el 2021?

Yo querría volver a mis antiguas cifras y leer alrededor de 60 libros; al menos este será mi reto en Goodreads. Por otra parte, he comenzado un diario de lecturas en papel en el que tengo apuntados los libros pendientes que quiero leer, y donde es posible que escriba alguna reseña. Prometo enseñar los progresos, si los hubiera.

Y, en fin, cómo no: disfrutar y aprender de los libros que se cruzan en mi camino.

¡Os deseo un 2021 cargado de buenas lecturas!

Creo que no existe mejor manera de acabar un año que haciéndolo rodeada de libros. Y es que diciembre se presta a ello: empiezo el mes cumpliendo años y lo termino con la Navidad… ¡ideal!

Además, he aprovechado para hacer un pedido a Popular libros con algunos títulos para mí y otros para regalar (que, mientras escribo esto, ya están en posesión de sus destinatarios). Total, que tengo la casa llena de libros.

Primero, unos regalitos:

Recuerdos de un jardinero inglés (Reginald Arkell): un regalo muy feelgood que me ha hecho llegar una chica muy feelgood 😉

Cooked up: una recopilación de relatos relacionados con comida y recetas para leer a la hora de la merienda, y que me ha llegado de tierras británicas.

Mujer al borde del tiempo (Marge Piercy): a principios de 2020 publicaron esta novela por primera vez en español y es un libro muy especial para mí, aunque nunca lo he leído. Ahora podré hacerlo.

Y ahora vamos con mi súper pedido navideño:

Encuentros con libros (Stefan Zweig): Zweig comentando diferentes lecturas supongo que es el culmen del placer divino y humano.

Cómo leer el agua (Tristan Gooley): un libro por el que siento mucha curiosidad.

La investigación (Philippe Claudel): soy fan de este autor desde que hizo que me pasara una tarde entera llorando con La nieta del señor Lihn. Esta es su última novela.

La bruma verde (Gonzalo Giner): la última novela del autor, que me apetecía muchísimo.

Mala sangre (Helena Tur): he leído que está ambientada en el Bierzo, y solo por eso me apetecía leerla 🙂

El encuandernador (Bridget Collins): este lo elegí porque he visto un montón de reseñas y me parece que me puede gustar.

*****

Y hasta aquí las que, espero, serán mis lecturas para 2021.

Os deseo unas navidades llenas de libros

Felices Fiestas

Solo desearos unas felices fiestas a todos.

Este año se ha ido una persona muy importante en mi vida, y me parece que es ahora cuando empiezo a comprender que ya nunca podré volver a verla, ni siquiera en navidad.

Serán unas fiestas un poco más tristes, pero las celebraré con la misma ilusión de siempre.

Un abrazo fuerte

Moll Flanders es una de las primeras novelas escritas en lengua inglesa y, aunque no es una novela redonda, es una novela divertida; a veces picaresca, otras moralizante, nos transporta un Londres muy vívido de una época pasada.

Moll nace en prisión y es separada de su madre al nacer, pero tiene la suerte de caer en gracia a una familia que la acoge en su juventud, recibiendo casi la misma instrucción que las hijas, y despertando el ardor amoroso de los hijos de la familia. Tras perder a su primer marido, comienza para ella una vida en la que el dinero lo es todo: sus bazas en el “mercado matrimonial” son tan desesperanzadoras que ha de servirse de artimañas para casarse provechosamente aunque, por una serie de desgraciadas aventuras, la pobre Moll entra en este “mercado” en numerosas ocasiones.

A través de esta búsqueda de maridos, Daniel Defoe nos relata la vida que una mujer sin medios había de llevar en aquella época. Moll Flanders no tiene medios materiales para sobrevivir, pero le sobra ingenio para compensar su escasa suerte. No obstante, llegará un punto en que la pobre mujer se ve obligada a prostituirse y robar para salir adelante. Es curioso que en esta última “profesión” medra como nunca antes, pero el peligro de ser descubierta y condenada a muerte en la prisión de Newgate está presente en cada página. Moll nos trasporta desde las casas de las familias inglesas más pudientes a los barrios bajos en los que el crimen y el engaño constituyen el día a día y, a cada decisión que toma, alerta al lector de no seguir su camino, so pena de acabar en la misma situación que ella.

El interés de esta novela recae en este retrato social del siglo XVIII, pero la estructura se hace muchas veces repetitiva: Moll se casa 5 veces, y en cada una asistimos a su desesperación por no tener amigos ni dinero para conseguir marido. Cuando se convierte en ladrona, nos cuenta todos y cada uno de los robos que realiza durante varios años y sí, mantienen el interés por el morbo de imaginar que la pillarán, pero al final se hace largo.

Deja, en fin, una sensación agridulce. Aunque si vas a leerla para un curso de literatura, simplemente disfruta de las aventuras de Moll y recorre con ella el paisaje londinense que, por fortuna, nos es desconocido a las mujeres de hoy.

Existe una edición más moderna de Moll Flanders en formato bolsillo de la editorial Austral (aquí), con la misma traducción que la edición que he leído yo, aunque, por comodidad, os dejo los datos de esta última:

Título: Moll Flanders
Autor: Daniel Defoe
Traductor: Carlos Pujol
Editorial: Backlist Clásicos (Planeta)
Encuadernación: Tapa dura
Páginas: 448
Precio: 25€
ISBN: 978-84-08-07825-8

Ya había leído Una humilde propuesta hace unos años en una edición ilustrada y bilingüe de la editorial Nórdica y, ahora, me ha tocado releerlo como lectura obligatoria para este semestre en el grado en Estudios Ingleses. Esta segunda lectura ha sido mucho más interesante ya que, antes de la lectura propiamente dicha, he dedicado un tiempo a estudiar la época y al propio Jonathan Swift, con lo que le he sacado mucho más jugo que la primera vez.

El artículo que escribió, su humilde propuesta, como seguramente ya sabréis, trata de poner solución a la gran crisis en la que se ve sumida Irlanda, donde un gran número de hombres, mujeres y niños se encuentran en la calle pidiendo limosna, robando y, en fin, muriendo de pobreza y enfermedad. Su sorprendente propuesta es, en fin, utilizar a los bebés irlandeses de un año como fuente de alimento, o sea, para comérselos en el sentido literal…

Swift adorna su discurso con números concretos pues, en el siglo XVIII, las ciencias florecían y los pensadores de entonces trataban de fundamentar sus teorías económicas y propuestas políticas en sólidas cuentas que las sustentaban. Así, calcula el número de madres pobres, lo que cuesta mantener a un bebé menor de un año, la suma por la que lo podrían vender, etc. Y lo hace criticando a diestro y siniestro, tanto a ingleses como a irlandeses, exponiendo las ventajas que todo el proceso, que hará que los maridos no maltraten a sus mujeres embarazadas ahora que serán una fuente de riqueza; y a los terratenientes ingleses que se han repartido Irlanda, que tratan a sus braceros como si fuera ganado, explotando una tierra que no debía de ser suya. Además, lo adorna con deliciosas recetas para cocinar a los niños, conservas que llenarán las despensas, y la novedosa idea de manufacturar prendas con piel de bebé irlandés.

En fin, una crítica mordaz y, sobre todo, impactante, que logró parcialmente lo que se propuso: poner a Irlanda en el punto de mira para que, si no su propuesta, pusieran en marcha otras que hicieran prosperar al país.

En cuanto a los “otros escritos”, la verdad es que se me hicieron un poco aburridos. Trata de explotar cada tema y lo alarga, quizás, más de lo que debería, con lo que va perdiendo fuerza a medida que pasas las páginas. Su Proyecto serio y útil para construir un hospital de incurables es el que destacaría entre los demás, pues se ríe incluso de sí mismo y, al igual que en su humilde propuesta, habla de números concretos y critica todo lo criticable. Pero, en fin, creo que Una humilde propuesta es su mejor escrito, y recoge todas las principales características de los panfletos del autor.

Me quedo con ganas de leer Los viajes de Gulliver bajo esta nueva perspectiva pues, aunque no lo he leído, siempre he tenido esa idea de que era un libro medio infantil, y por fin ahora puedo ubicarlo dentro del contexto en el que se escribió.

Título: Una humilde propuesta y otros escritos
Autor: Jonathan Swift
Traductor: Begoña Gárate Ayastuy
Editorial: Alianza
Encuadernación: Bolsillo
ISBN: 978-84-206-3903-1
Páginas: 152

 

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Hoy os traigo una anti-recomendación de un libro que intenté por todos los medios que me gustara pero que, al final, lo nuestro no funcionó. Más que al final, en el primer tercio.

La sangre de Colón comienza muy bien, mezclando una historia de cotilleo rosa con un cuadro misterioso que el protagonista encuentra en el palacete en ruinas al que su futura exmujer le destierra. Álvaro había sido un estudioso de la figura de Colón pero que dejó su carrera profesional al casarse con una marquesa andaluza, y la sorpresa al descubrir el rostro del Almirante en el lienzo le hace retomar sus libros. Pocos días después le invitan a un acto en torno a la figura de Colón en Washington, donde la estatua de Colón explota misteriosamente… Y, a partir de este buen comienzo lleno de intrigas históricas y contemporáneas, el autor se dedica a mover a sus personajes de una localización a otra, me atrevería a decir que al tuntún, mareando sin sentido al lector e impidiendo construir una historia fluida, sólida y entretenida.

El protagonista huía hoy a un sitio con un personaje, mañana a otro, pasado se acuesta con la chica, y al siguiente vuelta a empezar. Llegó un momento en que perdí el hilo con tanto viaje, y dejé de leer por falta ya de interés por la historia y de empatía hacia los personajes.

No he leído ninguna otra novela de Miguel Ruiz Montañez, pero siempre me picó la curiosidad por El Papa mago, que parecía un thriller histórico interesante, aunque no llegué a leerlo.

Me ha parecido que el autor quiere imitar las novelas trepidantes de Dan Brown (que me encanta, ojo), pero le falta esa fundamentación para las idas y venidas del protagonista, que al lector se le antojan demasiado forzadas, y ese misterio tan denso entretejiendo una trama que le deja a una pegadita a las páginas.

Como os digo, el comienzo del libro me pareció muy bueno, pero tendré que leer otras opiniones sobre la resolución de la novela porque, llegados a un punto, no me apeteció seguir con tanto vaivén.

Título: La sangre de Colón
Autor: Miguel Ruiz Montañez
Editorial: Harper Collins
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 978-84-9139-480-8
Páginas: 480
Precio: 19,90 €

 

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