La corte de Carlos IV, de Benito Pérez Galdós (reseña de Loque)
29 Abr 2013 por Isi
Este es el segundo de los Episodios Nacionales, donde nos reencontramos con Gabriel, el protagonista de Trafalgar que, con dieciséis (diez y seis, según el texto) años se ha trasladado a Madrid, donde trabaja como criado de una actriz de éxito.
Esta nueva ocupación le sirve a Galdós como excusa para mostrarnos el mundo teatral de principios del XIX donde competían duramente dos estilos bien diferentes: Por una parte el del neoclásico Moratín y por otra el del folletín más grandilocuente.
Pérez Galdós rinde en esta novela un sentido homenaje al citado Moratín, autor con el que compartiría (además de las páginas de muchos libros de literatura de segundo de BUP) una determinada forma de concebir el teatro como un espejo de problemas y vicios de la sociedad.
Pero la parte sin duda más divertida es en la que nos cuenta cómo era el folletín (hoy casi olvidado) y sus muchos despropósitos: hijos secretos, duques de incógnito, muertes violentas y escenarios en países exóticos (de los que por supuesto, los autores no hubieran podido ubicar jamás en un mapa).
Nada de esto es baladí (por fin he podido meter en una frase con sentido “baladí”) ya que aquí el autor tiene una idea genial, que desarrollará más en su novela Tormento: de tomar elementos propios del folletín e incorporarlos a su texto, con un estilo y una intención completamente opuestos a los de su género de origen.
Sigue el texto con una divertida descripción de los teatros de la época, en los que por ejemplo se habían separado asientos de ambos sexos “y de seguro el sabio legislador que tal cosa ordenó en los pasados siglos se frotaría con satisfacción las manos y daríase un golpe en la augusta frente, creyendo adelantar gran paso en la senda de la armonía entre hombres y mujeres”, consiguiendo únicamente – este señor de la augusta frente – que reinara el más absoluto caos entre ambos bandos que se comunicaban a gritos y hasta se tiraban comida de un lado a otro.
Tras este gracioso prólogo en el que se nos cuentan, entre otros, el abucheo premeditado del estreno de El sí de las niñas, asistimos al episodio histórico que en este caso se nos va a relatar: La conjura de El Escorial.
Y ahora llega el momento de una terrible confesión, aún más terrible que tener un hijo secreto con un conde oculto en Sebastopol, y es que en mi supina ignorancia confundía este motín con el de Aranjuez. Ahora, gracias a este libro, jamás me volverá a ocurrir y sé que son muchas las diferencias, sobre todo que en el de El Escorial, sin duda hizo muchísimo más frío.
Además de este dato determinante, hay que destacar que en el caso que nos ocupa, se descubrió que el príncipe Fernando formaba parte de una conjura para derrocar al rey Carlos IV y asesinar a la reina Mª Luisa de Parma.
¿Cómo sabemos todo esto? Pues gracias a Gabrielillo, fugazmente paje de una noble señora de la corte, de esas que de vez en cuando se disfrazaban de majas para mezclarse con toreros, actrices como el ama de Gabriel, cantantes y en general, gente más divertida que nobles y reyes. O sea: prácticamente cualquiera.
Pero lo que realmente conocemos, a través de una instructiva visita al mercado de nuestro protagonista es el sentir popular en aquellos días tan sumamente revueltos, en los que sobre todo destaca la idea de que los que los gobiernan son totalmente incapaces de hacerlo y tan solo se mueven por sus propios intereses y pasiones, utilizando su cargo en su beneficio o para regalar puestos a sus más allegados, dejando el país en una penosa situación.
Menos mal que esto hoy en día ya no ocurre ¿verdad?
Así, todo aquel que se cruza con el muchacho tiene una opinión propia sobre el folletín (peor que los que representaba el ama de Gabriel): Carlos IV, un rey completamente incompetente que en la situación crítica de la conjura en la que participa su primogénito, prefiere irse de caza; la reina, cuyos devaneos fuera de la corte y su adhesión incondicional por el valido la ha convertido en el hazmerreír del país; el heredero del trono, el futuro Fernando VII, un joven adorado por el pueblo pero que planea la muerte de su propia madre; y por último, el villano que no puede faltar en ningún culebrón: Godoy, el valido del rey, primero amado por el pueblo y ahora convertido por la vox pópuli, en el responsable de cualquier mal que atañe al país. Hasta ¡de proteger a los malos poetas!
El antes adorado valido del rey, había caído en desgracia,
y su futuro parecía cada vez más seguro
Y contemplando todo esto, desde su creciente imperio, Napoleón, que ante este río revuelto, ya ha introducido en el país tropas francesas ante la total complicidad del rey.
Si en Trafalgar la cruenta batalla daba pie al autor para hacer evolucionar a su protagonista de un patriotismo simplón e infantil a un concepto más realista sobre las guerras y todos los que participan en ellas, sea cual sea su bando, en este segundo libro, Gabriel volverá a crecer como ser humano al ritmo de los acontecimientos que marcan el país.
En concreto, se repite varias veces la idea de que si Godoy (un simple guardia de 25 años) ascendió gracias al favor de los reyes a la más alta posición, cualquier otro como él, sin ningún mérito particular excepto caer en gracia a los poderosos, puede alcanzar cualquier posición en la sociedad, sin esfuerzo ni trabajo.
Esta idea obsesiona a Gabriel, que se ve convertido nada menos que en rey, cuando Amaranta, la poderosa dama de la corte que será su jefa durante algún tiempo, se fija en él.
ya habrá observado el lector que, al suponerme amado por una mujer poderosa, mis primeras ideas versaron sobre mi engrandecimiento personal (…) en esto he reconocido después la sangre española
Pronto sin embargo, la propia Amaranta le dejará bien claro cuál es el camino para ascender en la corte: espiar, mentir, traicionar. En fin, que el ascenso en la sociedad sin trabajo ni esfuerzo es posible, pero que además hay que olvidarse de la moral. Algo que una vez más nos sorprende, porque en la sociedad actual ha quedado desterrado por completo.
Para no desvelar demasiado a los que aún no se la hayan leído, no descubriré el sorprendente final de esta novela.
Pero sí añadiré que además de todo lo mencionado, en este corto (pero sorprendentemente variado libro) hay muchos otros puntos de interés: un diplomático que debe callar los muchos secretos de Estado que no conoce, una historia de pasiones encontradas que más que triángulo es un poliedro amoroso, una adorable costurera que demuestra un buen juicio que ya quisieran tener los personajes de la nobleza o realeza que nos describe el texto, un afilador sin estudios pero con dotes clarividentes, una descripción de los Borbones que de nuevo, no os recordará en nada a los de la actualidad.
Y en fin, animaros a todos a que sigáis avanzando con nosotros por la evolución de nuestro querido Gabriel al mismo tiempo que por la de la historia de España, riéndonos y también llorando, pero sobre todo, pasándolo realmente bien.
Uníos a los afortunados lectores que hemos descubierto a Galdós, por ejemplo mi gata
que todos los días antes de dormirse lee un ratito los Episodios Nacionales
Bueno Loque, menuda reseñita que te nos has marcado. Completa a más no poder.
Qué cierto, que ya no se parece en nada a la política actual… en fin 🙁
Lo de las obras de teatro vapuleadas de antemano fue un puntazo. Qué de envidias, por dios, mira que no poder verlas tranquilamente antes de criticar.. jaja
Y me han encantado tus documentos gráficos. Esta vez tengo que decir que creo que Godoy ha eclipsado a la gata jijiji
Gracias, porque lo de reseñita entiendo que es bueno, no? Bueno, yo me creo que es bueno, y me quedo tan contenta.
Qué gracia leer estas cosas de hace casi 200 años, tan diferentes a la realidad actual ¿verdad?
Fíjate Godoy, con lo que arrambló en La Corte, montó un negocio y todo.
Gracias por refrescarnos esta segunda entrega de los Episodios Nacionales. Me queda el recuerdo de “vivir” las intrigas palaciegas desde dentro, de asomarme a esa rara y privilegiada comunidad llamada nobleza cortesana, y todo gracias al simpático Gabrielillo.
Un mundo de trepas donde no llegaba el mejor sino el más caradura, el que menos escrúpulos tenía, ¿a qué me suena eso?
Y qué ganas dan de seguir viendo como crece ese entrañable Gabrielillo a la par que es testigo de la historia de este país, ¿qué le deparara el futuro al zagal?, sin duda espléndidas aventuras.
Magnífica reseña y completamente de acuerdo con los cinco libros otorgados.
Saludos
Gracias Sese. Yo también he vivido en las cocinas de El Escorial, y he pasado miedo pensando en que podía caer en desgracia con El Aguador, o que me iban a detener por llevar una carta que ni me iba ni me venía.
Y sí, algo me suena de los trepas y los mediocres que triunfan a cualquier precio, pero debe ser de otro libro, supongo.
Sí, sí, sigamos viviendo aventuras con Gabriel, que ahora la cosa se pone muy intensa.
Qué buenas las fotos!! Pero sobre todo, qué buena la reseña. Me gusta muchísimo que nos comentes el tema de los elementos folletinescos porque cuando leía “La corte de Carlos IV” pensaba “Sí, sí, Galdós le mete mucha caña a estas adaptaciones teatrales tan folletinescas y de teatrillo barato pero luego bien que juega con el pasado de Inés (hija secreta de una noble) ¿eso no es un poco folletinesco). Y he aquí el golpe de gracia, me quito el sombrero.
Por cierto, buenísimo lo de que con Moratín compartieron tantas páginas de los libros de EGB.
Y con esta lectura conjunta, no sé vosotras, pero me estoy dando cuenta de que Benito Pérez Galdos es el mejor profe de Historia que ha pisado jamás la tierra.
Pedazo reseña!
Me ha encantado, en serio!
No he leído nada del autor y la verdad es que muchas ganas tampoco tenía aunque mi madre sé que tiene cosas suyas por casa…pero vamos que me has dado ganas jeje
Un beso!
Aaaaaamiga, yo es que ya me quité el sombrero cuando me leí Tormento la primera vez, supongo que tú también recuerdas que en el primer capítulo (más bien el prólogo) José Ido (ese pobre pauérrimo que se vuelve literalmente loco cuando come carne), cuenta el argumento de una historia preciosa de huerfanitas humildes y honradas que …
Y cuando vi que después aquello era lo que era, me quedé alucinada! ¡Pero qué grande era Pérez Galdós! Viene a demostrar que cuando uno es grande, grande, puede dignificar cualquier material por indigno que parezca.
Muchas gracias, honestamente, me ha quedado larga, larguísima y un poco deslavazada, pero al final, una reseña por lo menos, muy entusiasta.
Y sí, menudo profesor de Historia e incluso de Historiassss.
Lesincele Aunque sea incapaz de escribir tu nombre, me das un alegrón ¡¡Lee a Galdós!! Mira qué bien se lo pasa mi gata.
Además ya nunca más verás un camión de “Mudanzas Godoy” con los mismos ojos.
En serio es muy divertido, irónico y muy, muy, muy actual.
¡Pedazo de reseña! Me alegra ver que estás disfrutando tanto con Galdós. Y me está gustando mucho recordar las hazañas de Gabriel con vuestras reseñas.
Besotes!!!
jejeje Loque, veo que estás en pleno proceso de dominación mundial. Y sí, te lo decía porque era “cortita”, o sea, que me la tuviste que pasar por entregas, jaja, pero vamos, que nos lo has contado superbien!
Besos!!
Margari Ah, Benito, Benito… me lleva haciendo disfrutar muchos años, desde los 17 aproximadamente… qué hombre, qué hombre!!!
Isi Calla, calla, qué disgusto cuando pensé que el mundo se iba a perder dos párrafos de tan magna reseña.
Por suerte Galdós nos está haciendo disfrutar muchísimo a todos los que compartimos estas lecturas a parte de todo lo que estamos aprendiendo, aunque la política sea diferente la verdad es que le encuentro muchas cosas en común.
Loque:
deberías reseñar libros más seguido, lo digo en serio ¡pero que bien te quedó! y el uso de la palabra baladí fue excelente (ya hasta me dieron ganas de usarla yo también, ya te digo).
Un beso, y muchas gracias por mostrarme lo que me estoy perdiendo (no puedo creer que tu gata me esté ganando)
un beso
Ale.
Mariuca Sí, sí, yo creo que está siendo un gran éxito de crítica y público.
Yo creo que tiene MUCHAS cosas en común, pero “muchismas”.
Ale Muchas gracias, que me lo digas tú que reseñas libros a diario, no me parece nada baladí.
Oye, que al final le he cogido el tranquillo a la palabra.
Y ¡no te pierdas a Galdós! Mira lo relajada que parece mi gata leyéndose las obras completas.
Lo reconocemos: no hemos leído nada de Galdós. ¿Es un poco tipo Balzac con la Comedia humana?
He leído a Galdós (Fortunata y Jacinta) pero nunca me he atrevido con los Episodios Nacionales. Ahora bien, sabiendo que éste tiene mucho que ver con el mundillo teatral, no puedo dejarlo pasar.
Masteatro: yo creo que te va a encantar, es que las escenas del teatro son de traca!!
¡Quién iba a decirme que Galdós me iba a parecer interesante!
Loque cómo los estoy disfrutando, ya espero el siguiente, no lo dejéis aunque llegue el verano.
Y Mira por donde ayer 2 de mayo celebraban los sanitarios un a fiesta muy particular.
Gracias de nuevo por vuestro trabajo y las mejores recomendaciones.
Un abrazo
Teresa
Al rico libro Yo sí le encuentro ciertas semejanzas a Balzac y a Galdós, pero estos Episodios Nacionales son muy ligeritos, no se parecen mucho a la Comedia Humana.
Más similares son las novelas de su segunda etapa: La desheredada, Lo prohibido, Tormento… eso sí que se puede decir que es de una cuerda similar.
Masteatro Si te has leído “Fortunada y Jacinta” estos libritos te van a parecer como un aperitivo. Se leen en un pis-pas (cada uno, no los 46, claro) y tienen mucha menos enjundia.
Yo creo que te gustará seguro.
Ascen Muy interesante y muy divertido, qué pena que no lo sepa más gente.
Teresa Cómo me alegro, de verdad. Creo que la siguiente lectura conjunta es en otoño, aunque en estos días, no he dejado de pensar en el 2 de mayo que nos aguarda.
Gracias a ti por apuntarte y animarnos.
¡¡claro que vamos a seguir con ello, Teresa!! 😀
Loque:
lo repito: deberías tener un blog de reseñas 😉
Yo, lo siento, pero de verdad que no me ha gustado a mi esta Corte de Carlos IV
Ale Muchas gracias.
Eva Es normal que a cada uno nos guste una cosa y que haya episodios que nos gusten más que otros. Sospecho que el siguiente te gustará más.