Los pequeños y dulces detalles
21 Abr 2020 por Isi
Pienso a menudo en las personas que, por las características de su trabajo, tienen que salir de casa todos los días y estrar en contacto diario con otra gente. Es una situación ambivalente: siguen conservando un trabajo que otros igual ya no tienen; pueden salir de casa y ocupar la mente en sus tareas, alejados de las malas noticias, aunque sea durante unas horas; y satisfacen la necesidad vital de comunicarse con otros seres humanos en persona cada día. Pero, claro, ¿y si se contagian? Están ahí, expuestos, en primera línea, y tiene que dar un poco de miedo.
Por suerte, no he necesitado acudir a ningún centro de salud, así que se me ocurrió hacer una tarjeta de agradecimiento a los únicos trabajadores anónimos con los que tengo una cita semanal: las personas del supermercado. Una tarjeta a lo Art attack parecía demasiado tacaño; mejor añadir una caja de bombones adquirida en el propio supermercado y envolverla en el único papel de regalo que tengo en casa, el de navidad. Cutre por cutre: cutre al cuadrado. Al ser un detalle dulce espero cuente un poco más…
La intendencia del proceso no es asunto baladí: la caja sobresalía ligeramente del bolso y, ¿qué pasa si el vigilante me ve la cara de traerme algo turbio entre manos? ¿Me registrará el bolso? ¿Puedo ir a la cárcel por entrar con un producto del propio supermercado en el supermercado? ¿Debería haber conservado el ticket de compra? Si me interroga y me supera la presión, ¿acabaré confesándolo todo? Y, si lo confieso, ¿me creerán, o suena a excusa típica de delincuente habitual? Qué nervios, por favor.
Conseguí entrar a lo ninja en un descuido del vigilante, que estaba colocando los carritos. Ni el gel de hidroalcohol me eché, no os digo más. Hice la compra aparentando normalidad, eso sí, con mi lista y todo, como se estila ahora en el confinamiento. No había pipas peladas, por cierto. Cuando esperaba para pasar por caja hubo un momento de tensión porque el “controlador de las cajas” me cambió de una a otra y, por fin, llegué a mi destino.
Después de meter las bolsas en el carrito y pagar, abrí el bolso decididamente y dije: “Ay, una cosa más”, tras lo cual saqué el paquete y la tarjeta y se los di a la cajera. Mis mejillas ardían debajo de la mascarilla y los ojitos los tenía ya llorosos, desbordados entre los nervios y la emoción. Lo siguiente que me salió fue un discurso inconexo y precipitado: esto es para ti para darte las gracias aunque es una tontería porque son bombones que hemos comprado aquí mismo ya que no podemos comprar en otro sitio y solo decirte que te daría un abrazo si se pudiera pero no porque no se puede así que nada. Tomé aire. Creo que ella se emocionó también (es un poco difícil estar seguro de nada ahora con las mascarillas, ¿verdad?), y me dio las gracias y un “toque de codo” de esos que sirven para establecer un milisegundo de contacto humano sin dejar de respetar la distancia social.
Me fui llorando hacia el coche.
Gracias a todos los que estáis allí todos los días y, en especial, a la chica desconocida que me atendió hoy en el Mercadona ♥
¡Qué bonito detalle!
Esa era mi idea, Margari, tener un detallito con alguien, aunque sea un completo desconocido y me dé vergüenza y me emocione por encima de mis posibilidades 🙂 Un abrazo
Muy bonito detalle, Isi. Seguro que le encantó a la chica que recibió el regalo. Son días muy difíciles, pero con gestos así, seguro que se lo hiciste un poco más fácil.
Un abrazo, o un toque de codo, como prefieras. 🙂
Un toque de codo, de momento, jeje. Y en unos días seguro que un achuchón fuerte 😉
Pues esa era mi intención, hacerle el día un poco más especial, aunque tampoco es que fuera gran cosa: los bombones eran del mismo supermercado donde ella trabaja, jeje. En todo caso, a mí me ha hecho ilusión tener un detalle con ella, y espero que a ella también.
Muchos besos y gracias por pasarte!
¡Hola guapa!
Es un detallazo, la verdad, estos pequeños grandes gestos animan a cualquiera. Ojalá hubiera más gente en el mundo como tú.
Un besazo
Mel: muchísimas gracias; creo que nos emocionamos mucho las dos… Espero que estés bien, un abrazo.
Qué bonito, me había perdido este post…Apuesto a que esa desconocida se fue con una sonrisa a su casa…
Sí que ha sido ambivalente la situación. Envidiados y admirados a partes iguales.
Elena: yo creo que sí, que también la hizo ilusión. Ha sido una época muy extraña en todos los sentidos. Algunas cosas se hacían muy difíciles, otras súper fáciles… en fin. Un abrazo fuerte.